viernes, 13 de febrero de 2009

Fastos y operaciones simbólicas del Proceso, 1978 – 1979. (1)

Placa instalada, bendecida y aplaudida en mayo de 1979, ante el Puente carretero histórico. Homenaje de la Municipalidad de Río Colorado a los héroes de la "Campaña del Desierto". (Ver parte 3 de esta crónica).


Fastos y operaciones simbólicas del Proceso, 1978 – 1979.

Operaciones de refundación simbólica

En 1979 la dictadura cívico-militar (autodenominada Proceso de Reorganización Nacional) dio continuidad a una serie de fastos que había comenzado en el año anterior. Con estas conmemoraciones, el gobierno autoritario y genocida intentaba realizar una operación simbólica de refundación: instalar en la mentalidad colectiva la idea de que estaba naciendo una “nueva Argentina”. Nueva, pero que tenía sus raíces en ciertos “grandes hechos históricos” anteriores; grandes hechos que eran de tipo militar y punitivo. Lo que es mucho más grave, se procuraba moldear las cabezas para que la sociedad aceptara como algo benéfico el castigo a los que eran diferentes, a los que se oponían al “orden” establecido por los genocidas y sus socios civiles.

Los antecedentes de 1978

Los “operativos de oscurecimiento”


Un momento de refuerzo simbólico favorable a la dictadura se produjo entre fines de 1977 y comienzos de 1978. El gobierno y los medios de prensa hicieron campaña para prevenirnos acerca del peligro de una guerra con Chile. Se nos decía que el litigio por la zona del canal Beagle iba a desembocar muy posiblemente en un conflicto armado, porque Chile no reconocía los justos reclamos de la Argentina y pretendía quedarse con territorios de esta.

Como parte de la campaña de mentalización y uniformación, se hicieron “operativos de oscurecimiento”. En determinadas noches había que oscurecer toda la zona urbana y las chacras, para practicar lo que debía hacerse en caso de un ataque de aviones de guerra chilenos. Con este argumento, se nombraban Jefes de Manzana, que tenían que llevar un listado de los vecinos y registrar las actitudes de estos. En las noches de “operativo”, estos jefes (que a su vez dependían de otros, en una estructura piramidal) recorrían sus manzanas y llamaban la atención a quienes no tapaban debidamente las aberturas de sus casas para que no saliera luz al exterior. Se nos instruía acerca del modo de cubrir las aberturas, los focos de los autos y cualquier fuente de luz. La luz era peligrosa.

Por entonces ya hacía años que existían los sensores de radiación infrarroja, de modo que de poco habría servido el “oscurecimiento” en caso de un verdadero ataque aéreo; por otra parte, era ingenuo suponer que los presuntos enemigos no iban a saber atacar durante el día. En realidad, el verdadero propósito de estos operativos era cuasi militarizar a la población, crear un fantasma de agresión externa que hiciera dejar de lado y silenciar toda disidencia interna, generando una sensación de “estás vigilado”.

Acentuando el clima bélico, en nuestra localidad se instalaron soldados de un regimiento de defensa antiaérea, que armaron baterías sobre la llamada “loma de la Ermita” y en Buena Parada (en el edificio donde ahora está el Hogar del Niño.)

Proseguimos esta crónica en el artículo siguiente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por este importante aporte histórico.

Frente Nacional de ex-Conscriptos (Bs. As.)
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