El monolito de homenaje al General J.A.Roca y a la "Campaña del Desierto", en Choele Choel. Inaugurado en 1944 por el régimen militar de entonces, fue en 1978 el centro de un acto público con la presencia del Gral. Albano Harguindeguy, uno de los gestores del terrorismo de Estado.
Fastos y operaciones simbólicas del Proceso, 1978 – 1979.
El Mundial ‘78
En 1978, a ese gobierno terrorista le había venido muy bien la primera celebración de un campeonato mundial de fútbol en el país, y el triunfo de la selección argentina. Le sirvió hacia fuera: los grupos económicos de otros países que hacían negocios con la dictadura pudieron alegar que en la Argentina había “orden” y “tranquilidad”. Precisamente en ese año en que las desapariciones, las muertes y los robos de niños alcanzaban cifras inigualadas. También le sirvió hacia adentro: grandes grupos de la población se involucraron en un clima de festejo, de “todo anda bien”, con la idea de que “somos los mejores del mundo”, de que “todos los argentinos estamos unidos en esto.” Lemas todos que contribuían a la continuidad y al refuerzo del terrorismo de Estado y de la política económica de desindustrialización y reducción de la economía.
En Río Colorado el festejo por el mundial de fútbol reunió a mucha gente en la plaza. Entre gritos de “Argentina, Argentina” y banderas desplegadas, el Intendente de facto encabezó los festejos y dijo algunas palabras.
San Martín como “General”.
Previamente se había desarrollado otra operación simbólica importante. Aprovechando que en 1978 se cumplían los 200 años del nacimiento de José de San Martín, se realizó una campaña de conmemoración militarista a lo largo de todo el año. Se les enviaron contenidos especiales a las escuelas y colegios, se ofrecieron conferencias, y en cada localidad, por pequeña que fuese, se formó una Comisión designada por su intendente para realizar la promoción de San Martín.
Se destacaban sus perfiles como militar y hombre de orden; no se habló de su pensamiento político, de su defensa de la independencia económica, de su antiimperialismo y sus posiciones libertarias. San Martín era “el General” y muy poco más. Se agregaba alguna referencia a su “ejemplar vida familiar”, sin mencionar sus relaciones ni algún hijo extra matrimonial.
El Año Sanmartiniano llegó hasta los parabrisas de los autos, en los que se pegaban calcomanías alusivas. Era este también un modo de identificación y refuerzo mutuo de los que simpatizaban con el Proceso. Se emitieron estampillas y se editaron suplementos especiales de las revistas escolares. Tuvo especial difusión la conferencia del Dr. René Favaloro sobre San Martín, que circulaba en cassettes.
En ese mismo año se cumplía el bicentenario del nacimiento de Mariano Moreno, pero no hubo alusión alguna al hecho. Tampoco en la “sociedad civil”: ningún diario emitió un suplemento especial sobre el autor del Plan de Operaciones, mientras que varios sí lo hicieron para conmemorar al “General San Martín.”
Terminamos esta revisión en el artículo siguiente.
En ese mismo año se cumplía el bicentenario del nacimiento de Mariano Moreno, pero no hubo alusión alguna al hecho. Tampoco en la “sociedad civil”: ningún diario emitió un suplemento especial sobre el autor del Plan de Operaciones, mientras que varios sí lo hicieron para conmemorar al “General San Martín.”
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