Trabajando en la vendimia. Colonia Juliá y Echarren, 1937 aprox.
EL HUMUS DE LAS CRÓNICAS, EL ARBOL DE LAS HISTORIAS
A modo de presentación, quisiera compartir un interrogante: ¿por qué puede ser necesario, o siquiera interesante, un espacio destinado a la crónica local?
Desde el vamos diré que la atención a los procesos desarrollados en nuestro medio más cercano, no significa en modo alguno una mirada “localista”, parroquialista, limitada a lo pintoresco de la anécdota. Nuestra intención es tomar en cuenta historias locales, de personas que aquí han combatido, vivido, generado cambios y padecido, como un modo de conexión entre lo "nuestro" con las corrientes y procesos de alcance nacional y mundial. Es que lo nuestro está constituido también por todo lo "otro", y revierte sobre ello.
Pero volvamos a nuestra primera pregunta. Para encararla o para rodearla, acudo a otra pregunta: ¿Cómo se generan nuestros saberes históricos?
En buena parte, en nuestra Argentina la hechura de la historia como saber, como entendimiento, está dirigida por el Estado Nación y por sus agencias más o menos autónomas o autárquicas – pongamos, las Universidades. Lo mismo ha sucedido y sucede en otros países donde pesa la construcción de ese Estado central. Los pueblos, las pequeñas ciudades, los obreros rurales, los chacarenos, y los protagonistas de la base social (paisanos, pequeñas asociaciones, mujeres y trabajadores reales, concretos) no son en todo caso más que espectadores, las más de las veces inalcanzados, de esa historia así y allí hecha.
Por otra parte estamos viendo crecer en años recientes otra historia, la de los memorialistas, que atesoran episodios individuales y pequeñas gestas locales. Vuelven los logógrafos, quizás porque los historiadores se han quedado un poco lejos de la base social.
Quizás los logógrafos son convocados para compensar una faltante social. La transmisión oral es cada vez más escasa en las ciudades de la región (me refiero al norte de la Patagonia), sea por el éxodo de jóvenes, por el florecimiento y extinción de actividades en forma espasmódica (yacimientos, cultivos…), con los consiguientes aluviones y pérdidas de poblaciones enteras, por el confinamiento de los ancianos, o por la extendida renuencia de nosotros, los mayores, a relatar hechos del pasado. No sea que nos sitúen entre los viejos, cosa que en general no nos gusta.
Pero esa historia “menor” que suele estar implícita en los relatos de la transmisión oral, y que a veces, no siempre, llega a las páginas de los memorialistas, de todos modos contiene y trasiega luchas populares, huellas de construcciones sociales alternativas y autónomas, procesos de creación y recreación simbólica.
En las ciudades y en algunas zonas rurales surgen movimientos sociales y organizaciones populares que dan cabida y apoyo a la elaboración colectiva de estas otras historias. Este compilador ha vivido la feliz circunstancia de trabajar en algunos de esos proyectos, tanto en la capital cordobesa como en Icho Cruz.
Aquí hemos conocido en el sistema educativo un valioso intento de abordar lo universal desde lo local, desde la investigación y la recopilación hecha por los propios aprendices. Me refiero a la reforma educativa del nivel medio emprendida entre 1986… y desertada oficialmente desde 1988.
Pero a falta de iniciativas como esa, o de organizaciones que encaren nuestra historia local, lo que se impone es una historia televisiva o mediática más o menos apropiada, más o menos exacta, y generalmente centralista. Sus imágenes inciden en la memoria hasta sustituir la historia vivida. Un alumno de 15 años de edad me asegura a pie juntillas que este pueblo fue bombardeado… no en la revolución “Libertadora”, sino en la Segunda Guerra Mundial.
Aún las presentaciones históricas de calidad, como las que realizan Felipe Pigna o Diego Valenzuela, no pueden ser sino centralistas y hasta con un dejo de historias de palacio. E inevitablemente se construyen desde un relato que otro controla.
Desde este blog en cambio, como en otros espacios que podamos gestar y acompañar, postulamos una historia que crezca como un árbol vigoroso, abierto a lo universal y sólidamente sustentado en lo local, a partir del humus de las memorias, de las crónicas.
Entendemos que es esa la manera de lograr supervivencia y robustez para un proyecto de saber histórico popular. Un saber que vaya y vuelva entre paisanas y paisanos, vecinas y vecinos, trabajadoras y trabajadores, y la academia. Que dé lugar a los nombres y las luchas de quienes hicieron historia desde aquí, lo cual es hacerla para el mundo también. ¿Será porque esta historia exhibe y destaca la acción transformadora, que se la escamotea desde las máquinas de producir y reproducir órdenes simbólicos?
Dicho queda lo que nos proponemos con este blog. Y como Clío era una musa, invitamos a que vaya creciendo aquí una partitura y una ejecución coral. Que toda voz que quiera decir lo suyo se incorpore a este espacio con su relato. La pretensión no es la exhaustividad, el sistema, el orden, sino reunir ese humus desordenado y un poco “sucio” del que han de brotar otras cosas, pero que un poco se nos va con cada torrente y cada ventarrón desaforado que suscitan los dominadores.
Un saludo libertario.
Ramón Minieri
En buena parte, en nuestra Argentina la hechura de la historia como saber, como entendimiento, está dirigida por el Estado Nación y por sus agencias más o menos autónomas o autárquicas – pongamos, las Universidades. Lo mismo ha sucedido y sucede en otros países donde pesa la construcción de ese Estado central. Los pueblos, las pequeñas ciudades, los obreros rurales, los chacarenos, y los protagonistas de la base social (paisanos, pequeñas asociaciones, mujeres y trabajadores reales, concretos) no son en todo caso más que espectadores, las más de las veces inalcanzados, de esa historia así y allí hecha.
Por otra parte estamos viendo crecer en años recientes otra historia, la de los memorialistas, que atesoran episodios individuales y pequeñas gestas locales. Vuelven los logógrafos, quizás porque los historiadores se han quedado un poco lejos de la base social.
Quizás los logógrafos son convocados para compensar una faltante social. La transmisión oral es cada vez más escasa en las ciudades de la región (me refiero al norte de la Patagonia), sea por el éxodo de jóvenes, por el florecimiento y extinción de actividades en forma espasmódica (yacimientos, cultivos…), con los consiguientes aluviones y pérdidas de poblaciones enteras, por el confinamiento de los ancianos, o por la extendida renuencia de nosotros, los mayores, a relatar hechos del pasado. No sea que nos sitúen entre los viejos, cosa que en general no nos gusta.
Pero esa historia “menor” que suele estar implícita en los relatos de la transmisión oral, y que a veces, no siempre, llega a las páginas de los memorialistas, de todos modos contiene y trasiega luchas populares, huellas de construcciones sociales alternativas y autónomas, procesos de creación y recreación simbólica.
En las ciudades y en algunas zonas rurales surgen movimientos sociales y organizaciones populares que dan cabida y apoyo a la elaboración colectiva de estas otras historias. Este compilador ha vivido la feliz circunstancia de trabajar en algunos de esos proyectos, tanto en la capital cordobesa como en Icho Cruz.
Aquí hemos conocido en el sistema educativo un valioso intento de abordar lo universal desde lo local, desde la investigación y la recopilación hecha por los propios aprendices. Me refiero a la reforma educativa del nivel medio emprendida entre 1986… y desertada oficialmente desde 1988.
Pero a falta de iniciativas como esa, o de organizaciones que encaren nuestra historia local, lo que se impone es una historia televisiva o mediática más o menos apropiada, más o menos exacta, y generalmente centralista. Sus imágenes inciden en la memoria hasta sustituir la historia vivida. Un alumno de 15 años de edad me asegura a pie juntillas que este pueblo fue bombardeado… no en la revolución “Libertadora”, sino en la Segunda Guerra Mundial.
Aún las presentaciones históricas de calidad, como las que realizan Felipe Pigna o Diego Valenzuela, no pueden ser sino centralistas y hasta con un dejo de historias de palacio. E inevitablemente se construyen desde un relato que otro controla.
Desde este blog en cambio, como en otros espacios que podamos gestar y acompañar, postulamos una historia que crezca como un árbol vigoroso, abierto a lo universal y sólidamente sustentado en lo local, a partir del humus de las memorias, de las crónicas.
Entendemos que es esa la manera de lograr supervivencia y robustez para un proyecto de saber histórico popular. Un saber que vaya y vuelva entre paisanas y paisanos, vecinas y vecinos, trabajadoras y trabajadores, y la academia. Que dé lugar a los nombres y las luchas de quienes hicieron historia desde aquí, lo cual es hacerla para el mundo también. ¿Será porque esta historia exhibe y destaca la acción transformadora, que se la escamotea desde las máquinas de producir y reproducir órdenes simbólicos?
Dicho queda lo que nos proponemos con este blog. Y como Clío era una musa, invitamos a que vaya creciendo aquí una partitura y una ejecución coral. Que toda voz que quiera decir lo suyo se incorpore a este espacio con su relato. La pretensión no es la exhaustividad, el sistema, el orden, sino reunir ese humus desordenado y un poco “sucio” del que han de brotar otras cosas, pero que un poco se nos va con cada torrente y cada ventarrón desaforado que suscitan los dominadores.
Un saludo libertario.
Ramón Minieri
Noviembre de 2008
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